El hecho de que las gastritis se expresen con tan alta prevalencia, (55% de la población española va a padecer en algún momento de su vida esta afección) indica ya la compleja etiología que las constituye.
Así pues, al estudiar la sintomatología que las define podemos comprender que cada gastritis se gestiona con factores biológicos absolutamente personales que otorgan a cada gastritis un cuadro único.
Se entiende entonces que en un caso la gastritis se relacione con hernia hiatal, en otro con hambre canina, en otros con inapetencia; en este con bronquitis y en aquel con atonía gástrica. Unas son hemorrágicas pero la mayor parte no; unas inducen vómitos y aquellas van unidas a litiasis biliar hasta el punto de curarse, cuando lo hacen, a la vez. Así podemos clasificar las gastritis de tan compleja manera que haga comprensible el diagnóstico y por tanto la cura. Sin embargo, a pesar de esta dificultad debemos partir de una convicción clínica: Algo específico dentro de la biología humana está atacando en cada caso la mucosa gástrica para que experimente tal deterioro, tal inflamación y tal desgaste.