Cualquier persona al ser diagnosticada de una enfermedad como el cáncer siente que su vida ha escapado completamente de su control. Le enfrenta inevitablemente a una idea que en esta sociedad nuestra occidental se encuentra actualmente muy poco trabajada: le enfrenta a la posibilidad de morir. Si esta enfermedad en sí misma pone en evidencia una debilidad de nuestra constitución física y de nuestro estado de salud, conocer el diagnóstico supone, además, una alteración considerable de nuestro psiquismo y de nuestras emociones, que a su vez pueden interferir en la capacidad del organismo para intentar restablecer el estado de equilibrio y salud ayudado de los tratamientos correspondientes. Estos pacientes suelen encontrarse muy solos ante sus miedos e incertidumbres, ya que no pueden compartirlos fácilmente con sus seres queridos.
En Teryon consideramos que el apoyo psicológico en estos pacientes es tan importante como los tratamientos médicos que reciben.