Los tratamientos realizados en TERYON complementan los tratamientos convencionales del cáncer de útero. Su principal característica es que son totalmente compatibles con el tratamiento convencional, no interfiriendo en ningún caso en la eficacia de dichos tratamientos, ya que el mecanismo de acción actúa en el nivel biológico de cada persona y según los ejes disfuncionales.
Los tratamientos nunca son agresivos, sino que equilibran dichos ejes disfuncionales mediante la utilización de sustancias naturales como las plantas medicinales (fitoterapia) combinadas de forma personalizada según la naturaleza del paciente y el tipo de cáncer, inducendo cambios positivos en la biología del paciente.
En la experiencia biológica se resalta que la función hepática es extremadamente importante en la generación y desarrollo de cualquier cáncer ginecológico (ovario, trompas, cuello de útero, útero, vagina y trofoblastoma).
Los síntomas del cáncer de endometrio son los propios de los síndromes de los que se expresan en estos procesos:
Como la observación clínica biológica señala, no sólo la desarmonía estrogénica – progesterónica define el cáncer, sino un conjunto amplio de factores biológicos alterados que es preciso tratar de forma individual según la sintomatología del paciente.
Por otro lado, existen factores psicológicos y emocionales que necesitan ser abordados paralelamente en el tratamiento del cáncer de útero.
El tratamiento con vitamina C endovenosa a altas dosis es complementario al tratamiento con quimioterapia y ayuda a tolerarla mejor protegiendo el sistema inmunológico y reduciendo el cansancio.
La medicina ortomolecular ha demostrado con estudios el papel de algunas vitaminas para el cáncer
El útero o matriz es el órgano reproductor femenino. Es el lugar donde se desarrolla el bebé durante el embarazo. Existen muchos tipos de cáncer de útero. El tipo más común comienza en el endometrio (membrana que recubre el útero). Este tipo de cáncer a veces se denomina cáncer del endometrio.
El útero esta integrado por tres partes: la pared muscular, el endometrio (revestimiento) y el cuello uterino (abertura). El cáncer del útero afecta adversamente al músculo y endometrio, y en algunos casos, al cuello uterino.
Cáncer de endometrio: es el tipo más frecuente de cáncer de útero. Aparece en el revestimiento interior del útero, llamado endometrio.
Sarcoma uterino: la pared uterina consta de tejidos conectivos, como tejido muscular y fibroso. Los cánceres que comienzan en este tipo de tejido se llaman sarcomas.
Cáncer de cérvix: cáncer limitado al cuello uterino
El cáncer de cuello uterino es el segundo cáncer más frecuente en el mundo en mujeres después del de mama (con aproximadamente 500.000 nuevos casos al año en todo el mundo) y el quinto de todos los cánceres. La edad media de diagnóstico es de 48 años, aunque aproximadamente el 47% de las mujeres con carcinoma invasivo de cérvix se diagnostica antes de los 35 años. Solo el 10% de los diagnósticos se hacen en mujeres mayores de 65 años.
La incidencia en España se puede considerar muy baja (tasa ajustada mundial en 2002: 7,6 nuevos casos/100.000 habitantes/año), con un descenso muy importante desde los años 60, aunque actualmente está estabilizada.
Sin embargo, el dato verdaderamente trascendental es el de la prevalencia de cáncer de útero en China que es de 2 mujeres por cada 100.000 habitantes por año. Se trata, por tanto, de una prevalencia 8 veces menor a la americana, y cinco veces menor a la de España. Dicho de otro modo, en China no hay apenas cáncer de útero.
Cuando se plantea esta realidad en la oncología clínica occidental se responde con las imprecisiones habituales pero cuando se pregunta en China la respuesta es unánime: La protección antitumoral uterina en China es la fitoterapia.
Es un tumor propio de las edades medias de la vida. La mayoría de los casos se diagnostican entre los 35 y los 50 años, con un máximo entre los 40 y los 45. Hay un número significativo de casos desde los 30 años.
Entre el 85-95% de los casos son carcinomas escamosos (o epidermoides). El resto son adenocarcinomas y carcinomas adenoescamosos.
El cáncer de cérvix, el más frecuente de los tumores del tracto genital femenino, tiene siempre su origen en una infección por el virus del papiloma humano (VPH), que se transmite a través de las relaciones sexuales. Sin embargo, la presencia de este virus no siempre causa lesiones en el cuello uterino que degeneran en un tumor maligno.
Entre los factores que elevan el riesgo de este tipo de cáncer en mujeres infectadas por el virus del papiloma figuran el uso prolongado de anticonceptivos orales y el elevado número de embarazos, según se desprende de dos estudios internacionales en los que han participado investigadores españoles.
La infección por el virus del papiloma humano se incluye entre las infecciones de transmisión sexual más comunes. Durante las primeras relaciones sexuales, el 70% de las mujeres han tenido contacto con este virus: algunas lo contraen y otras sólo presentan anticuerpos.
Fumar aumenta el riesgo de padecer cáncer de cérvix en mujeres portadoras del VPH. El hábito creciente de fumar, sobre todo entre las jóvenes, hace temer un aumento en la incidencia de esta enfermedad.
Parece que el uso prolongado de anticonceptivos también aumenta el riesgo en mujeres portadoras del VPH.
Puesto que el tamoxifeno, prescrito como fármaco de elección para varias patologías, actúa como estrógeno débil, puede actuar también como un factor agresor del útero hasta del doble de riesgo.
Los riesgos médicos de cáncer de útero son:
Existen dos pruebas que pueden ayudar a prevenir el cáncer de cuello uterino:
La prueba de Papanicolaou (o citología vaginal) Identifica los precánceres, cambios en las células del cuello uterino que pueden convertirse en cáncer si no se tratan en forma adecuada. Debe comenzar a hacerse las pruebas de Papanicolaou con regularidad desde los 21 años.
La prueba del virus del papiloma humano (VPH) Identifica el virus que puede causar este tipo de cambios celulares.
Lo más importante para prevenir el cáncer de cuello uterino es hacerse pruebas de detección en forma periódica.
Las siguientes medidas también pueden disminuir su riesgo de contraer cáncer de cuello uterino:
Es esencialmente quirúrgico, extirpando el útero y los anejos (ovarios y trompas).Además, cuando el tumor invade más de la mitad del grosor de la pared uterina o se asocian otras características de riesgo se extirpan también los ganglios linfáticos de la pelvis y en determinadas circunstancias también los de la región aórtica. Cuando el tumor está extendido por el abdomen, y al igual que en el cáncer de ovario, pueden ser necesarios otros procedimientos quirúrgicos adicionales para extirpar la enfermedad visible.
La radioterapia se emplea como tratamiento complementario a la cirugía cuando el estudio de los tejidos extirpados sugiera un riesgo elevado de reproducción del tumor. Suele administrarse sobre la pelvis y/o vagina, y a veces también sobre todo el abdomen dependiendo de la zona considerada de riesgo. Puede ser el tratamiento de elección en las pacientes consideradas como de riesgo quirúrgico por asociación de enfermedades serias, obesidad importante, etc.
La quimioterapia juega un papel importante cuando la enfermedad está diseminada, a veces sola o combinada con la radioterapia.
La hormonoterapia, habitualmente con progesterona, se emplea con frecuencia en este tipo de tumor cuando está diseminado. Aunque el tratamiento estándar del cáncer de endometrio es quirúrgico, la hormonoterapia puede ser también una alternativa terapéutica en las pacientes, muy infrecuente, en edad reproductiva y con deseo de tener hijos. El tumor tiene que estar localizado en la cavidad uterina, y no haber sospecha de que infiltre su pared o estar diseminado. Dado que este tratamiento en estas circunstancias no está exento de que el cáncer pueda reproducirse, es estrictamente necesario valorarlo muy bien en cada caso.